Apocalipsis 3: 7 interpretación
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede abrir”.
Este versículo es parte de las siete cartas a las siete iglesias en el libro de Apocalipsis. Estas cartas fueron enviadas por el apóstol Juan, por mandato de Jesucristo. En este caso, la carta está dirigida a la iglesia en Filadelfia.
En este versículo, Jesucristo se identifica a sí mismo como “el Santo, el Verdadero”, reafirmando su divinidad y su naturaleza inmutable. También se refiere a sí mismo como “el que tiene la llave de David”. Esto es una referencia a la profecía de Isaías 22:22, donde se dice que el Mesías tendría la llave de la casa de David, lo que significa que tendría autoridad real y control sobre la apertura y cierre de puertas. En otras palabras, Cristo tiene el control último y la autoridad final sobre quién entra en el reino de Dios.
El hecho de que “abre y nadie puede cerrar, cierra y nadie puede abrir” refuerza esta idea de autoridad absoluta. Cuando Jesús abre una puerta, nadie más puede cerrarla. Y cuando él cierra una puerta, nadie más puede abrirla. Esto puede referirse a oportunidades o bendiciones que Dios proporciona, o al juicio que puede venir como resultado de la desobediencia.
En el contexto de la carta a la iglesia en Filadelfia, Jesús está alentando a los creyentes allí que han guardado su palabra y no han negado su nombre. A pesar de su “poca fuerza” (Apocalipsis 3:8), han permanecido fieles. Por lo tanto, Jesús ha puesto delante de ellos una “puerta abierta” que nadie puede cerrar. Esto podría interpretarse como una promesa de bendición y recompensa por su fidelidad.
En resumen, Apocalipsis 3:7 destaca la autoridad suprema de Jesús y su control sobre las circunstancias de la vida. Aunque las personas pueden enfrentar desafíos y pruebas, pueden tener la seguridad de que Jesús tiene el control final y que recompensará a aquellos que permanecen fieles a él.